Foto: Mexsport
La felicidad regresó a CU. Escueta, para no echar campanas al vuelo, pero al fin y al cabo la alegría se observó en los rostros de los jugadores felinos. La racha de cinco derrotas se rompió al vencer 3-0 a un inoperante Querétaro y el equipo universitario por fin sumó sus primeros puntos en el torneo.
Esta vez Ricardo Ferretti puede sentirse tranquilo, porque su plantel realizó bien su labor dentro del terreno de juego. Sus elementos no cometieron más errores, siempre tuvieron el control de la pelota y mostraron contundencia. Ayer, todo les salió bien.
Sin embargo, a la par debe tomar en cuenta El Tuca que enfrentaron a un rival endeble, al que da tristeza verlo en la cancha.
Desangelado, incapaz de hilar cinco pases continuos y que todavía se da el lujo de sentar a tres de sus hombres base como Carlos Bossio, Mauro Gerk y Margarito González. Eso debe ser bien observado.
El campeón fue mucho rival para los pobres Gallos Blancos, aunque tampoco se debe pensar que fue una exquisitez lo que hizo en el Olímpico. Sólo tres destellos, algunas fallas en la delantera y hasta ahí. En realidad no se esforzó de más para ganar.
Desde los primeros minutos del juego se pudo observar lo que sería la constante a lo largo del partido. Los felinos con la pelota en sus pies, y los contrarios tratando de anularlos. Nada más que eso.
En el minuto diez de la primera parte tuvo que llegar un error de los visitantes para que los auriazules se fueran al frente. Efraín Velarde robó un balón en la media cancha, cedió el balón a Dante López, quien, sin marca, tiró un chanflazo al poste izquierdo de Guadalupe Martínez, para poner el 1-0.
Con el tanto la motivación aumentó en los de casa. Parecía que el juego tomaba vida, que sería una tarde brillante, pero sólo fue un espejismo de cinco minutos. Al final se opacó la imagen. Durante la siguiente media hora de juego los espectadores se aburrieron por la carencia de buen futbol.
Así, el gol en el minuto 43 fue totalmente inesperado. Cayó de la nada, en una jugada en la que hubo mucha fortuna. El incisivo Pablo Barrera, quien fue uno de los mejores hombres del juego, le pegó al balón; sin querer, el redondo le llegó a López, quien con la derecha puso el 2-0.
Ya en la segunda parte no hubo muchas variaciones en el desempeño de ambos planteles. La entrada de Martín Bravo ayudó a los auriazules a tener un poco más de profundidad, pero también el argentino careció de tranquilidad para finalizar las opciones que tuvo.
El seleccionado Barrera fue de nuevo el que tendría la picardía para hacer algo distinto. En el minuto 66 se escapó por la banda derecha, mandó un centro al segundo poste y ahí apareció Jehú Chiapas, quien de cabeza puso el 3-0.
Al final, goliza. Un marcador que refleja lo que pasó en la cancha, pero que se debe tomar con mesura. Pumas no tuvo rival. Los queretanos no juegan a nada. La siguiente semana, ante Atlante, en Cancún, sabrán si lo de ayer fue suerte. Pero el triunfo vale un festejo. O que se ilusionen, porque la úlitma vez que lo hicieron alzaron el título.
Esta vez Ricardo Ferretti puede sentirse tranquilo, porque su plantel realizó bien su labor dentro del terreno de juego. Sus elementos no cometieron más errores, siempre tuvieron el control de la pelota y mostraron contundencia. Ayer, todo les salió bien.
Sin embargo, a la par debe tomar en cuenta El Tuca que enfrentaron a un rival endeble, al que da tristeza verlo en la cancha.
Desangelado, incapaz de hilar cinco pases continuos y que todavía se da el lujo de sentar a tres de sus hombres base como Carlos Bossio, Mauro Gerk y Margarito González. Eso debe ser bien observado.
El campeón fue mucho rival para los pobres Gallos Blancos, aunque tampoco se debe pensar que fue una exquisitez lo que hizo en el Olímpico. Sólo tres destellos, algunas fallas en la delantera y hasta ahí. En realidad no se esforzó de más para ganar.
Desde los primeros minutos del juego se pudo observar lo que sería la constante a lo largo del partido. Los felinos con la pelota en sus pies, y los contrarios tratando de anularlos. Nada más que eso.
En el minuto diez de la primera parte tuvo que llegar un error de los visitantes para que los auriazules se fueran al frente. Efraín Velarde robó un balón en la media cancha, cedió el balón a Dante López, quien, sin marca, tiró un chanflazo al poste izquierdo de Guadalupe Martínez, para poner el 1-0.
Con el tanto la motivación aumentó en los de casa. Parecía que el juego tomaba vida, que sería una tarde brillante, pero sólo fue un espejismo de cinco minutos. Al final se opacó la imagen. Durante la siguiente media hora de juego los espectadores se aburrieron por la carencia de buen futbol.
Así, el gol en el minuto 43 fue totalmente inesperado. Cayó de la nada, en una jugada en la que hubo mucha fortuna. El incisivo Pablo Barrera, quien fue uno de los mejores hombres del juego, le pegó al balón; sin querer, el redondo le llegó a López, quien con la derecha puso el 2-0.
Ya en la segunda parte no hubo muchas variaciones en el desempeño de ambos planteles. La entrada de Martín Bravo ayudó a los auriazules a tener un poco más de profundidad, pero también el argentino careció de tranquilidad para finalizar las opciones que tuvo.
El seleccionado Barrera fue de nuevo el que tendría la picardía para hacer algo distinto. En el minuto 66 se escapó por la banda derecha, mandó un centro al segundo poste y ahí apareció Jehú Chiapas, quien de cabeza puso el 3-0.
Al final, goliza. Un marcador que refleja lo que pasó en la cancha, pero que se debe tomar con mesura. Pumas no tuvo rival. Los queretanos no juegan a nada. La siguiente semana, ante Atlante, en Cancún, sabrán si lo de ayer fue suerte. Pero el triunfo vale un festejo. O que se ilusionen, porque la úlitma vez que lo hicieron alzaron el título.
Fuente: Excélsior
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